Hace 35 años, un 15 de marzo, nació mi hijo pequeño. Era un viernes y la hora exacta fue a las 13:05.
Tuve un embarazo bastante bueno, sin complicaciones. Unos meses antes habíamos liquidado nuestra aventura como ganaderos/agricultores en Extremadura y a la vuelta a San Pedro, compramos lo que iba a ser nuestro primer piso en propiedad. Yo volví a mi antiguo trabajo como secretaria en Knights seguros y Antonio encontró trabajo en el hotel Don Carlos como primer maitre.
Pero el 15 de marzo de 1985 a las siete de la mañana le dije a Antonio, " ¡Tienes que llevarme al hospital!". Despertamos a Manuel y nos fuimos a Marbella. Unas horas después y con un mes de antelación nace el renacuajo. Nació de nalgas y con poco peso 2,7 kg.
A las nueve tuve que llamar al trabajo para decirles que no iba. Antonio tuvo que dejar a Manuel con unos amigos para ir a su trabajo para decir lo mismo, que por cierto iba a ser su primer día en el hotel. Un poco de mala suerte, 15 días después le echaron.
Mientras Antonio estaba haciendo sus cosas, yo me peleaba con el médico. Ese médico que me había visto durante todo el embarazo, que estaba sacándome 5 mil pesetas por cada consulta y que unos días antes dijo que todo estaba perfecto, para que después la comadrona indicara que el bebé estaba del revés. ¡Pues menos mal que nació con tan poco peso! Desde luego era pequeño y precioso.
Una enfermera me dijo que el bebe tenia frio y que debería meterle conmigo en la cama, lo hice. Como tenía miedo de aplastarle no me atreví a moverme durante toda la noche. A la mañana siguiente junté mis cosas, cogí al niño y nos fuimos a casa donde íbamos a estar mejor.
Y así fue durante las primeras dos semanas, después me di cuenta que el niño se estaba poniendo más y más amarillo. El médico del ambulatorio nos dio un susto de muerte y nos fuimos corriendo al hospital de Málaga. Nos atendieron estupendamente y como el niño había recuperado mucho peso, la receta fue simple - tomar el sol. Más difícil fue borrar el miedo y las lágrimas.