Nos conocíamos desde hace muchos años, yo me vine a San Pedro en 1979 y Stephen dos años antes. No nos veíamos cada día ni íbamos a las mismas fiestas, pero eso no importaba, yo sabía cosas de su vida y el del mía.
En la época de los 80 no habían tantos extranjeros viviendo en San Pedro, la mayoría vivían en urbanizaciones a las afueras, por ejemplo en Guadalmina Alta y Baja. Pero Stephen y yo siempre hemos vivido en el pueblo e integrados en la sociedad española. Siempre, tanto él como yo, íbamos andando a todos los sitios, así no era nada de extrañar que nuestros caminos se cruzaran muchísimas veces. Además él era cliente donde yo trabajaba, John Knight Insurances, y después era cliente cuando mi amiga Pauline y yo abrimos nuestro propio negocio, San Pedro Insurance Service.
También fuimos vecinos durante un tiempo, compramos la casa en la misma urbanización donde él y su compañero Paco vivían. Stephen siempre estaba muy comprometido con la gente, en esa época era el Presidente o Secretario de la comunidad pero lo quería dejar y como era muy persuasivo, me convenció para que asumiera la Presidencia. ¿Quién podía negarse con el charm y discurso que él tenía? Así que me presenté y me eligieron Presidenta. Aguante durante dos años, todo un récord. Hay que recordar que en las asambleas y las reuniones de juntas, casi nunca estaban presentes las mujeres, yo era la única.
Los años pasaban pero los dos seguíamos en el mismo pueblo, seguíamos con nuestras charlas, amábamos a Extremadura (Yo por tener familia allí y él por tener muchos amigos en la región). Paco y él fueron mis tutores en esa comunidad, sabían mucho más que yo o que cualquier agencia de viajes, incluso diría que sabían más que mi propia familia . Así que cada año me recomendaban sitios nuevos y nunca me defraudaban.
Ahora ha pasado un año desde que nos dejó, fue todo muy rápido. En plena pandemia y en pleno confinamiento, se nos murió. Dejó un gran vacío y lo peor es que no existe ni un triste sitio para ir a dejarle una flor.
¡1000 puntos si adivinas donde estoy!
He llamado esta historia "Desayuno con Stephen" por la simple razón de que durante los últimos años desayunábamos siempre juntos y hablábamos de todo. Después de pedirse su café con leche y un “redondo” con aceite y miel (Que al final fue tomaca por ser más saludable), la charla del día podría ser alguna noticia de política o alguna desgracia que había pasado en el mundo. Él estaba muy pendiente y al día de todo lo que pasaba, era una gran fuente de información. Pero no solamente hablábamos de política, también de nuestra familia. Cosas que habían pasado y cosas que estaban pasando. Estábamos al día de todo lo que nos iba pasando a cada uno de nosotros. Había una gran confianza entre los dos y teníamos la certeza de que si yo o él contábamos secretos, allí se quedaban. Así también con los chismorreos, porque también nos gustaban.
Pero las cosas no siempre eran tan serias, Stephen tenía un sentido del humor fantástico, a mi simplemente me encantaba ¿Sería por ser inglés? Su estilo me hacía reír a carcajadas. Muchas veces después del desayuno, tenía que decirle que ya me había hecho el día con sus historias, me dejaba siempre con un buen sabor de boca.
Todos en el pueblo conocían sus típicas preguntas de "Mil puntos si sabes como se llama el...". Era un juego, pero un juego para que la gente pensara un poco, lógicamente él ya sabía todas las respuestas.
Tampoco quiero olvidar su energía, una energía positiva, siempre alegre, siempre amable, siempre recordando a todos, siempre parándose a saludar a todo el mundo con unas palabras amables, siempre intentando persuadir a la gente para que hiciesen cosas buenas. Le encantaba el pueblo, la gente le hacía feliz, por eso tenía tanta generosidad a la hora de dar clases de inglés y ajedrez gratis.
Todo lo que yo pueda contar en unas líneas es solo una pequeña parte de Stephen, el resto está en mi corazón.
Aún estoy enfadada con él, ¡Nos dejó así sin decir adiós y sin terminar su última historia!