Una vez en casa, después de nuestro primer viaje a España, no pasó mucho tiempo antes de que comenzáramos a planificar el próximo viaje. Dicen que planificar un viaje cuenta como la mitad de la diversión y debe ser así, porque nosotros lo pasábamos pipa mirando los catálogos, comparando destinos y hoteles. Los inviernos en Suecia son muy fríos, bastante largos y oscuros, por eso nos gustaba soñar con destinos cálidos, nos levantaba mucho el ánimo.
Esta vez queríamos ir a la península y después de estudiar varios sitios decidimos ir a Fuengirola. Exactamente a Torreblanca del Sol, una urbanización ubicada fuera del pueblo, donde una empresa danesa era propietaria de un hotel que se llamaba Stella Polaris.
Mi mejor amiga, Carola, venía con nosotros después de haber persuadido a sus padres. Dos semanas en un hotel de tres estrellas, pensión completa y viaje incluido. No puedo recordar cuánto valía todo aquello, pero bastante más barato que quedarse y tener las vacaciones en Suecia. Mis padres no eran ricos, eran de la clase media más bien, aún así pudieron pagar unas vacaciones en el extranjero para 5 personas. Yo para entonces tenía 17 años, solo recuerdo que para entrar en una discoteca en Suecia me costaba unas 500 pesetas, mientras que en España solo 100 pesetas con una bebida incluida. Además en muchos sitios no pagamos nada, ¡Las chicas entraban gratis!
El hotel Stella Polaris, con sus 10 plantas y a pocos metros del mar, tenía de todo. Había un restaurante, una piscina y una discoteca. Carola y yo compartíamos habitación, mis hermanas compartían otra y mis padres se alojaban juntos, aunque creo recordar que no estábamos en la misma planta. Los días los pasábamos en la playa y las tardes en la piscina o haciendo turismo.
Nos hicimos amigos de los camareros y de los chicos jóvenes como nosotras. Cuando tenían tiempo libre se venían a pasarlo juntos a nosotras, intentando hablar en Spaneglish.
Las noches pasábamos exclusivamente en la discoteca del hotel, ubicada en el sótano, ya que mis padres no nos dejaban ir a otro sitio solas. Un día nos fuimos solas al famoso Tívoli de Torremolinos, dicen que es una réplica del Tívoli de Copenhague, pero bastante más pequeño. Muchas más de las excursiones ya no las recuerdo. Fuimos varias veces a Fuengirola, había una parada de autobús justo fuera del hotel así que era bastante fácil ir, aunque el autobús tenía asientos de madera, para nosotras eso era una pieza para el museo.
Las dos semanas se pasaron muy rápido, habíamos pasado unos días estupendos y no tardamos mucho en planificar la vuelta, esta vez teníamos pensado ir sin mis padres.