Después de 2 días viajando en un autobús internacional de larga distancia, llegamos a mi ciudad, Malmö. Manuel, con solo 7 años, se comportó muy bien durante el viaje y eso que en esa época ¡no existían iPads ni móviles!
Mis padres estaban muy contentos de vernos pero también muy preocupados por nuestro futuro. Manuel empezó el colegio, en el primer curso, todos los niños tenían su misma edad ya que en Suecia comienzan la escuela cuando cumplen 7 años. Mientras tanto, me puse a buscar trabajo y me apunté en la oficina de empleo.
Fue difícil competir con la gente de mi edad, ya que tenían estudios superiores que yo y la realidad fue que tampoco puse demasiado esfuerzo en buscar trabajo. Estaba hecha un lío, hablaba con Antonio muchas veces, él claramente quería que volviéramos al campo lo antes posible y mi ex-jefe de San Pedro, me ofreció mi antiguo trabajo en caso de querer volver a la Costa. Y por si fuera poco, mi madre me hacía la vida imposible en Suecia. Creo que Manuel estaba bastante bien en el colegio, su sueco estaba bastante oxidado ya que siempre hablaba en español con nosotros, pero lo recuperó rápido. Lo que no pudo era jugar a las canicas como lo hacían los niños suecos y un día, vino llorando porque había perdido toda la bolsa de canicas,😄 una bolsita que tenía guardada desde que yo era una niña.
Como no tenía trabajo, tuve que quedarme en la casa de mis padres. Les ayudaba con la casa, con la compra y con la comida. Celebramos la navidad junto con mi hermana y mi cuñado. Mi hermana Anna-Lena, por ese entonces, estaba trabajando en EEUU como au-pair, en California. Fue una Navidad extraña sin mi hermana pequeña y sin Antonio, pero mi madre y mi hermana Annika estaban haciendo planes para ir a Los Ángeles a visitarla y yo estaba más o menos haciendo lo mismo, pero para volver a España.
No tenía muchas opciones tampoco, trabajo no encontré durante esos meses y vivir con mis padres tampoco era lo que yo quería. Así que cuando mi madre y hermana se fueron de vacaciones, decidí volverme a España. Quise irme antes de que llegaran otra vez, para así no tener que escuchar las lamentaciones de mi madre.
Tenía muy buena relación con mi padre, aunque me hubiera gustado que me hubiera dado algún consejo cuando lo necesitaba, pero su respuesta siempre era la misma, "¿Qué pasaría si haces lo que yo te digo y resulta que luego eso es lo incorrecto?", le vi cierto sentido pero también me hubiera gustado que me brindara un poco de ayuda.
Compré los billetes para el autobús internacional, de Malmö a Barcelona. Una vez allí, tenía que coger un tren hasta Madrid. Corríamos el riesgo de quedarnos atrapados por el camino ya que había una huelga francesa de transportistas.
El autobús nos avisó de qué era lo que podría ocurrir, pero nosotros corrimos ese riesgo.
Tuvimos bastante suerte ya que justo ese día se desconvocó la huelga y no tuvimos ningún problema. Eso sí, vimos camiones y camiones aparcados en las carreteras.
Manuel se volvió a comportar perfectamente y para que pudiese dormir mejor, el chófer me ofreció sentarme justo delante donde se suelen sentar los guías.
Llegamos temprano a Barcelona, pero teníamos un montón de equipaje, no sabía que hacer con todo aquello. Nos fuimos a la estación de trenes y allí estuvimos horas esperando a que el tren llegara. En Madrid nos estaba esperando Antonio que nos llevó al piso de su padre en San Jose de Valderas y después de una noche de descanso, nos fuimos todos otra vez a la finca. Era marzo de 1984.