Mi padre murió el 10 de noviembre 2014, un domingo ademas fue El Dia del Padre, así que ha pasado ya un tiempo, pero aun así le echo muchísimo de menos, no puedo abrazarle ni hablar con él y eso duele.
Raro es el día en el que no esté en mis pensamientos.
Fue muy duro cuando le perdí, no estaba preparada ni lo esperaba pero claro, ¿ Quién lo esta? Mi padre, con quien hablé casi todos los días (Gracias a la tecnología) ¿Enfermo de cáncer? ¿Que le quedaban entre 2 semanas y un mes de vida? Todo esto no entraba en mi cerebro ni lo podía creer. Pero así fue, murió, y me dejó llena de dolor, amargura y tristeza.
Pude estar con él hasta su último momento, pero no sabía que eso iba a ser mis últimos días con él. Me sentí estafada porque había tantas cosas de las que quería hablar con él y estaba enfadada conmigo misma por no haber aprovechado más esos últimos día. Él sabía que le quedaba muy poco tiempo, intentó hablar conmigo pero yo no le quería escuchar, aunque era evidente de que eso iba muy rápido, pero yo lo negué.
Mi padre tan vivo, tan joven en espíritu, tan al día con todo que pasaba en el mundo. Al final se cortó el cordón umbilical, además fue cortado muy bruscamente. Perder a la persona que te conoce más que nadie, el que contaba historias de mi niñez que apenas podía recordar, el que me cuidaba y guiaba, es muy duro. Todos van a pasar o han pasado por la misma situación, puede que en distintas circunstancias, pero la vida tiene un final.
El dolor que yo he sentido y el sufrimiento que he vivido lo van a vivir mis hijos, es una situación inevitable. Ahora me encuentro delante de la cola y mentiría si dijera que eso no me inquieta.
El tiempo pasa y me doy cuenta de que puedo hablar de mi padre sin llorar y sin tener ese nudo en la garganta. También puedo dormir sin pesadillas y sin ver las situaciones que pasé durante sus últimas semanas que parecían grabadas en mi mente.
Claro que hay días más sensibles, cuando escucho una canción, me viene el olor de una fragancia o cuando miro una foto.
Dicen que el tiempo lo cura todo y es así, los recuerdos están allí y el dolor no es tan fuerte. Mientras yo recuerdo a mi padre, él sigue estando con nosotros. También es verdad lo que me decía muchas veces: “ ¿Qué importancia tiene eso en 100 años?”